El árbol que amaba a una niña
Esta es la historia de una niña y su árbol. El árbol amaba a la niña, esperaba cada día su visita, veía cómo crecía meciéndose en sus ramas, la cobijaba bajo su sombra. 
Y el árbol era feliz.
Y allí bajo su sombra la niña recogía sus flores, se hacía coronas jugando a ser princesa. 
Y el árbol era feliz.
La niña se convirtió en una jovencita, visitaba menos al árbol y el árbol la añoraba. Cierto día ella volvió y el árbol agitó sus ramas lleno de emoción, le ofreció su copa llena de flores frescas. La niña subió y se quedó dormida con su suave aroma, pensando que ya empezaba a ser mayor para trepar a los árboles. 
Y el árbol era feliz.
Pasó mucho tiempo y el árbol estaba muy triste por la larga ausencia de la niña. Y la niña regresó, el árbol se inclinó lleno de ilusión al verla. ¡Ven! súbete a mis ramas, le dijo, tengo nuevas flores frescas para tu corona. La niña respondió, ya soy mayor para subirme a tus ramas, necesito una casa para vivir, ¿tú puedes dármela?. 
No tengo casa, dijo el árbol, el bosque es mi hogar, pero puedes llevarte mis ramas y hacerte una casa con ellas, así podré protegerte. La niña podó las ramas del árbol y se marchó. 
Y el árbol fue feliz.
Pasó mucho más tiempo y la niña no volvía, el árbol estaba triste. Cuando de pronto apareció y el árbol cobró vida, ven súbete a mi tronco, todavía puedo darte sombra. 
No puedo subirme, he venido porque necesito una barca para marcharme muy lejos, ¿tú puedes dármela? 
No tengo una barca, pero puedes cortar mi tronco para que te hagas una y seré feliz de llevarte donde necesites. 
Y el árbol fue feliz pero no tanto.
Y pasaron muchos años y la niña volvió
El árbol en apenas un suspiro le dijo, lo siento niña, ya no tengo flores, ni ramas, ni sombra para protegerte. 
No necesito nada, dijo la niña, ya no puedo trepar, ni columpiarme, estoy muy vieja y cansada. Mis manos tiemblan para hacer coronas. Necesito descansar. 
Solo puedo ofrecerte un tocón seco, respondió el árbol, siéntate y descansa sobre mi. 
Y ella se sentó lentamente, acariciando los círculos del corazón de su árbol. 
Y el árbol fue feliz y la niña fue feliz.

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